Conjunto histórico de San Cristóbal de La Laguna
Bienes de interés cultural: Monumentos, sitio histórico, zonas arqueológicas, patrimonio intangible y otros inmuebles de interés histórico-artístico
Convento de Santa Catalina de Siena
Los primeros datos que se poseen acerca del convento de Santa Catalina de Siena se remontan a la primera mitad del siglo XVI. En 1524 el Cabildo de Tenerife proyecta la fundación de un monasterio de religiosas en los terrenos que el Adelantado y el Cabildo habían destinado a los monjes dominicos
Sin embargo, no será hasta 1611 cuando el proyecto se materialice gracias a la intervención de Juan de Cabrejas, regidor de la isla de La Palma, y de su esposa doña María de Salas. Éstos, una vez comprados los terrenos que ocupaban la casa de los Adelantados, los ceden para la construcción de un convento de monjas de clausura. Por sucesivas adquisiciones anexas se incorporaron todas las construcciones de la manzanaal recinto. El 23 de abril de 1611 se inauguró el convento de Santa Catalina de Siena tras la entrada en clausura de cuatro monjas dominicas procedentes de Sevilla.
El convento, modesto en un primer momento, alcanza su fisonomía definitiva en el siglo XVII. En esa época llegó a poseer unas riquezas que lo situaban entre los primeros de la isla.
Durante el siglo XIX este edificio no se vio afectado por la desamortización debido al amplio número de religiosas de clausura, y ha permanecido hasta la actualidad a la misma Orden.
Su fábrica sigue el esquema de la arquitectura conventual de la época. En el paisaje de la ciudad sobresalen sus cubiertas de teja árabe, los altos muros con postigos en las celdas y, particularmente, la espadaña y los miradores-ajimeces de clara tradición mudéjar.
La iglesia, construida aproximadamente por los mismos años, consta de una sola nave, con piso de mármol de época más contemporánea, y cubierta de madera, a la manera de las techumbres mudéjares. Sobresalen las dos puertas de acceso, realizadas en madera tallada, y enmarcadas por arcos realizados en cantería. En la Iglesia de Santa Catalina de Siena se encuentra la Sierva de Dios, Sor María de Jesús León y Delgado. El capitán de Navío D. Amaro Rodríguez Felipe (conocido coloquialmente como Amaro Pargo) pidió a los tres años del fallecimiento de ésta (15 de febrero de 1731) la exhumación de su cadáver. Concedido el permiso por los superiores de la Orden de Santo Domingo, quiso este que descansara en un féretro de madera encargado por él, cosa poco habitual ya que las religiosas eran enterradas en la propia tierra. El cuerpo de Sor María de Jesús descansa desde aquel momento en un sarcófago regalo del capitán Los restos de la Sierva son venerados en loor de santidad los 15 de febrero de cada año, mientras su cuerpo ha permanecido incorrupto a lo largo de los años. En la actualidad las autoridades eclesiásticas gestionan el proceso de Canonización.
Monasterio de Santa Clara. Convento de San Juan Bautista
Se trata del primer convento femenino que se funda en el Archipiélago canario, con monjas procedentes de Sanlúcar de Barrameda. Entre 1547 y 1577 las religiosas se instalaron en el convento franciscano de San Miguel de las Victorias; pero en 1575, Olalla Fonte del Castillo se convierte en benefactora de la orden, y se compromete a levantarles convento e iglesia a las Clarisas. El 21 de diciembre de 1577 tomaron posesión del mismo.
Un incendio acontecido en 1697 destruye buena parte del inmueble, que se reconstruye y abre al culto en 1700. Por tanto la fábrica del convento en su configuración actual data del siglo XVIII. Posee dos grandes patios siguiendo la tipología característica de los claustros monacales de Canarias, a base de galerías de madera. Además existe un tercer espacio abierto, estrecho y trasero, que sigue las mismas características de los anteriores. En la zona limítrofe a la calle Anchieta está ubicado el llamado Beaterio, conjunto de celdas privadas utilizadas por religiosas profesas.
Del exterior destaca el ajimez o mirador de gusto mudéjar, que data de 1717. Su iglesia es de una sola nave, con presbiterio rectangular, al que se accede por un arco de medio punto. Especial interés artístico posee la cubierta de la capilla mayor, una armadura ochavada de influencia mudéjar. En su almizate, un relieve en talla dorada realizado durante el primer cuarto del siglo XVIII, y en el cual aparecen representados San Francisco y Santa Clara.
El Monasterio de Santa Clara es Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, desde el 27 de enero de 1978.
Antiguo Convento de San Agustín
El origen de este edificio se remonta a principios del siglo XVI, cuando el Adelantado agradece a la Orden Agustina su acompañamiento en la conquista y colonización de la isla. Se les dona un solar para la iglesia, casas, oficinas y huertas; y entre 1527 y 1560, se construye el edificio, fundamentalmente bajo la dirección del prior Fray Pedro Grimón, cuya familia –los Nava Grimón- serán protectores del convento.
A lo largo de su historia, han sido múltiples las funciones del edificio: convento e iglesia, centro educativo, colegio de internos, primera estación meteorológica y primera biblioteca provincial. Durante la Guerra Civil fue cárcel de la Falange Española; y después de esto comedor social.
Pero es su carácter educativo lo que ha marcado la historia del inmueble. Ya en 1539 se impartían estudios de latinidad y gramática; en 1821 se instala la Universidad Literaria de San Fernando; y en 1846 se crea el Instituto de Segunda Enseñanza de Canarias, siendo el único de las islas hasta 1916. Desde el curso 1940/41 ha formado parte, de forma consecutiva, del centro de enseñanza secundaria; y en sus aulas se han formado hombres y mujeres relevantes de la escena insular.
El inmueble sufrió alteraciones y añadidos tras la desamortización de 1836. En 1926, el arquitecto Pelayo López realizara nuevos pabellones, con estructura de hormigón, adosados al viejo convento, en su límite por la calle Anchieta; en la década de los 50, el arquitecto Domingo Pisaca, introducirá nuevos cambios. Entre 1993 y 1997, Gobierno de Canarias y Cabildo de Tenerife procedieron a su restauración. Sólo la Iglesia se halla pendiente de rehabilitación, pues un incendio fortuito, acaecido el 2 de junio de 1964, la dejo en estado ruinoso.
En su interior el edificio cuenta con uno de los mejores claustros renacentistas de Canarias. En sus dos plantas se combinan piedra y madera. En la planta baja, cada uno de los lados del patio cuenta con siete columnas de cantería roja, de orden toscano, y con zapatas de madera. En el subsuelo se realizaron enterramientos de monjes, e ilustres de La Laguna que, en su momento, contribuyeron al sostenimiento del convento. También en la Iglesia se hallan los restos del historiador Juan Núñez de la Peña.
Seis capillas se erigieron entorno al claustro, fundadas por familias, cofradías y corporaciones de la ciudad. Hoy todavía se ven algunos vestigios, como las pinturas murales de inspiración italiana que decoran sus paredes; pero dichos espacios fueron reutilizados con otros fines tras la Desamortización eclesiástica.
El 25 de julio de 1983 se declara Bien de Interés Cultural, con la categoría de monumento, el exconvento de San Agustín.
Antiguo Convento de Santo Domingo de Guzmán
El Antiguo Convento de Santo Domingo, del siglo XVI, constituye uno de los hitos patrimoniales de La Laguna, como fundación de la orden dominica, como centro educativo y, más tarde, tras los procesos desamortizadores, como seminario. Entorno al mismo se organizó este sector urbano emplazado a la entrada de la ciudad, junto al viejo camino a Santa Cruz.
A lo largo de su historia, han sido múltiples las funciones del edificio: convento e iglesia, centro educativo, colegio de internos, primera estación meteorológica y primera biblioteca provincial. Durante la Guerra Civil fue cárcel de la Falange Española; y después de esto comedor social.
Pero es su carácter educativo lo que ha marcado la historia del inmueble. Ya en 1539 se impartían estudios de latinidad y gramática; en 1821 se instala la Universidad Literaria de San Fernando; y en 1846 se crea el Instituto de Segunda Enseñanza de Canarias, siendo el único de las islas hasta 1916. Desde el curso 1940/41 ha formado parte, de forma consecutiva, del centro de enseñanza secundaria; y en sus aulas se han formado hombres y mujeres relevantes de la escena insular.
El inmueble sufrió alteraciones y añadidos tras la desamortización de 1836. En 1926, el arquitecto Pelayo López realizara nuevos pabellones, con estructura de hormigón, adosados al viejo convento, en su límite por la calle Anchieta; en la década de los 50, el arquitecto Domingo Pisaca, introducirá nuevos cambios. Entre 1993 y 1997, Gobierno de Canarias y Cabildo de Tenerife procedieron a su restauración. Sólo la Iglesia se halla pendiente de rehabilitación, pues un incendio fortuito, acaecido el 2 de junio de 1964, la dejo en estado ruinoso.
En su interior el edificio cuenta con uno de los mejores claustros renacentistas de Canarias. En sus dos plantas se combinan piedra y madera. En la planta baja, cada uno de los lados del patio cuenta con siete columnas de cantería roja, de orden toscano, y con zapatas de madera. En el subsuelo se realizaron enterramientos de monjes, e ilustres de La Laguna que, en su momento, contribuyeron al sostenimiento del convento. También en la Iglesia se hallan los restos del historiador Juan Núñez de la Peña.
Seis capillas se erigieron entorno al claustro, fundadas por familias, cofradías y corporaciones de la ciudad. Hoy todavía se ven algunos vestigios, como las pinturas murales de inspiración italiana que decoran sus paredes; pero dichos espacios fueron reutilizados con otros fines tras la Desamortización eclesiástica.
El 25 de julio de 1983 se declara Bien de Interés Cultural, con la categoría de monumento, el exconvento de San Agustín.
Real Santuario del Cristo
El antiguo complejo conventual cuenta como elemento más destacado el Santuario del Cristo, la residencia de los frailes franciscanos, las sede de la Esclavitud y las dependencias del Cuartel de Artillería. Tiene su origen en el convento franciscano de San Miguel de Las Victorias, fundado por el Adelantado una vez finalizada la Conquista. Su construcción se inicia en 1506, y parece concluir en el año 1560, pero son escasos los datos sobre la evolución de su fábrica. Tanto la iglesia como el convento fueron objeto de reformas y alteraciones, algunas de ellas con motivo de importantes desastres naturales, como las inundaciones de 1713 o el incendio de 1810.
El acceso al inmueble se realiza a través de un pórtico de mampostería en el que se abren tres arcos de medio punto orientados a la Plaza del Cristo. Tras la portada se extiende un espacio, a modo de plaza, de dimensiones modestas, delimitado hacia el norte por los edificios adosados de la Esclavitud y de la residencia franciscana. Se trata de inmuebles de escaso interés arquitectónico, en los que merece destacarse el balcón de madera ubicado en la fachada orientada a la Plaza del Cristo (con sencilla decoración y antepecho de cojinetes y celosías), instalado –posiblemente- con posterioridad al incendio de 1810; mientras que en su fachada sur, se alinean de forma simétrica, huecos con carpinterías de madera y antepechos de cojinetes o de rejería.
El Santuario fue construido a partir del referido incendio bajo los esquemas propios de la arquitectura tradicional canaria, a pesar de las preferencias estilísticas de la época. La fachada principal consta de dos elementos bien diferenciados: por un lado, el paño de cantería que soporta la espadaña, estructurada en dos cuerpos separados por una estrecha cornisa. En ella se abren tres arcos de medio punto que acogen las campanas y muestra una decoración barroca de volutas y jarrones ornamentales. El segundo elemento se corresponde con el lienzo de mampostería en que se abre la portada, delimitada por un arco de medio punto en cantería roja sobre pilastras, con una delgada moldura que discurre bajo el alero.
Presenta una planta rectangular, con un pequeño compartimento anexo que sirve de vestíbulo. Su única nave está distribuida en tres tramos por el arco toral que precede al presbiterio, y por el arco de medio punto que sostiene la tribuna del órgano. La altura de la nave y la austeridad que caracteriza el artesonado son ejemplo de las influencias neoclásicas, dentro de un patrón general de corte barroco. En sus paredes se abren cuatro hornacinas en cantería y con decoración clasicista, mientras que el testero está ocupado por el espléndido retablo mayor recubierto de plata repujada que alberga la imagen del Cristo. Sobre su frontal, donde figuran las armas del marqués de Villanueva del Prado, descansa el sagrario en forma de templete y flanqueado por columnillas clásicas. Sobre este cuerpo se eleva una gran hornacina cuyo fondo parece decorado por relieves de madera recubiertos de pan de oro, contorneada por una original estructura reticulada de candelabros que culmina con la talla de San Miguel.
El 10 de febrero de 2003 se incoa expediente de declaración de Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, al Real Santuario del Santísimo Cristo de La Laguna, así como a sus bienes muebles vinculados y entorno de protección. De manera especial, la imagen del Santísimo Cristo de La Laguna ha sido, igualmente, incoada como Bien de Interés Cultural, con la categoría de Bien Mueble, el 5 de junio de 2001.
Iglesia Catedral de San Cristóbal de La Laguna
En el casco histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad desde 1999, emerge el templo catedralicio de La Laguna. Tiene su origen en el siglo XVI tras su edificación como iglesia de Los Remedios y es en 1819 cuando se erige como Sede Catedral. A principios del siglo XX fue reconstruida por completo hasta llegar a su estado actual.
Los Remedios comienza a erigirse en la segunda década del XVI, por disposición del Adelantado y el Cabildo de la Isla, en un solar céntrico, conforme a las disposiciones urbanísticas del momento. Su fábrica fue azarosa, marcada por largos procesos constructivos y ruinas esporádicas.
A principios del siglo XIX Cristóbal Bencomo, confesor del rey Fernando VII, promueve la reconstrucción de un nuevo templo. Utiliza los planos de la Catedral de Pamplona como referente, y Juan Nepomuceno Verdugo y Pedro Díaz proyectan un nuevo edificio, que comienza a levantarse en 1813. Resultado de ello, es la fachada que actualmente vemos, y que data de 1820. Por entonces se producía la segregación de las cuatro islas occidentales del Obispado de Canarias, y La Laguna recibía la Bula de Pío VII, para la fundación de la Diócesis Nivariense el 1 de febrero de 1818. Es el momento en que la parroquia de los Remedios se eleva al rango de Catedral.
Entre 1820 y 1897 la Iglesia Catedral sufrirá ensanches, reformas y consolidaciones, hasta que el agrietamiento de sus pilares provoca la declaración de ruina y debe cerrarse al culto. Se opta por edificar un nuevo templo, que se construye entre 1904 y 1915, con planos del ingeniero José Rodrigo de Vallabriga, y dónde sólo se rescata del anterior su fachada. El aspecto interior, con las altas bóvedas de crucería, es lo más vistoso; al igual que el deambulatorio.
La Iglesia Catedral de San Cristóbal de La Laguna fue declarada Monumento Histórico Artístico de carácter nacional, el 5 de octubre de 1983. El 24 de mayo de 2007 se producía la desafección de la bóveda, la cúpula y la cabeza de los pilares, condición imprescindible para proceder al actual proceso de restauración del edificio.
Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción
Fue el primer templo que se funda en Tenerife, y por tanto en La Laguna. Iglesia matriz a partir de la que se han gestado todas las demás de la isla. La tradición oral y escrita señala que en ella tuvo lugar la primera misa, en la fiesta del Corpus, con los clérigos que acompañaron al Adelantado Fernández de Lugo.
La más antigua de las iglesias parroquiales tuvo un emplazamiento distinto del actual, posiblemente entre la calle Adelantado y la calle Marqués de Celada. En 1511 se decide levantar un nuevo templo de tres naves, más próximo al centro de la incipiente Villa de Arriba. En los primeros 30 años del siglo XVI las obras transcurren con mucha lentitud y concentradas en la cabecera de la iglesia. Finalizan en 1558, aunque conocerá ampliaciones a lo largo de los siglos siguientes.
La construcción de la torre fue igualmente azarosa. Tras sendas construcciones en 1577 y 1630, la fábrica definitiva es de 1694 a 1697.
Pero la mala calidad constructiva, el paso del tiempo y las deficiencias en el mantenimiento del edificio propiciaron una reedificación completa en 1738 y aún posteriormente en 1778, bajo la dirección de Diego Nicolás Eduardo. Su intervención se centra en la capilla mayor y en la cabecera del templo.
Después de distintos avatares constructivos, actualmente vemos un amplio templo de tres naves separadas por una arquería de medio punto sobre columnas de fuste cilíndrico en toba roja y capiteles con decoración variada: baquetones góticos, vegetación o mascarones. La capilla mayor fue modificada a finales del siglo XVIII, cuando se sustituye la antigua por un nuevo espacio cubierto por una bóveda nervada.
La portada principal del templo, en el lado del Evangelio, muestra un arco de medio punto delimitado por sendas columnas de fuste liso. La portada del lado de la Epístola muestra un diseño similar en un lenguaje barroco característico. La cabecera del templo fue también modificada a finales del siglo XVIII por Diego Nicolás Eduardo, que introduce formas neoclásicas.
La torre constituye el elemento emblemático de la iglesia. Ejecutada en cantería y base cuadrada, aparece rematada por un templete sin chapitel. En su base se ubica el bautisterio, cubierto por una bóveda nervada de inspiración goticista.
El derrumbe de la cubierta en 1972 trajo consigo una restauración poco afortunada que eliminó el pavimento anterior y la modificación de algunos huecos. Desde el año 2000 distintas intervenciones restauradoras han permitido su conservación y mejora.
El 25 de junio de 1948 se declara Monumento Histórico-Artístico. El 30 de octubre de 2012 la declaración de Bien de Interés Cultural incluye una ampliación del ámbito de protección del inmueble, así como la incorporación de todos los bienes muebles vinculados a la Iglesia de La Concepción.
Iglesia de San Benito Abad
En 1532 se decide edificar una ermita bajo la advocación de San Benito Abad, con motivo de la pérdida de los sembrados. El gremio de labradores estará a su cuidado, y su construcción lenta y a base de limosnas termina en 1554, cuando se acabó de hacer en su interior el segundo altar, dedicado a San Bernabé. Durante el siglo XIX su mantenimiento decayó, y en 1826 fue utilizada como habitación para los enfermos de la epidemia de fiebre amarilla y también, por algún tiempo, como cuadra de caballos por una guarnición militar. Ha sido objeto de diversas reformas, la última de las cuales data de 1992.
La Iglesia se encuentra ubicada en la calle Marqués de Celada. Las obras de construcción se remontan a medidos del siglo XVI caracterizándose por sus amplias dimensiones y su planta de tendencia rectangular. En la sencilla fachada destaca la portada principal, enmarcada por un arco de medio punto de cantería roja, cuya rosca se encuentra ornada por tres finas molduras que descansan en un arquitrabe liso, del que parte el capitel y las columnas baquetonadas interrumpidas en la única grada que sirve de acceso a la puerta. Los capiteles de tendencia cónica están integrados por tres secciones, decorada la segunda con motivos geométricos. Sobre el arco, la ventada adintelada del coro presenta una moldura de piedra moderna. La fachada se completa con una sencilla espadaña de piedra, de forma rectangular con arcos de medio punto y remate mediante bolas pétreas. La base de la fachada se encuentra ocupada por sendos bancos de mampostería que enmarcan la portada. La techumbre a dos aguas con cubierta de teja árabe protege la nave, mientras que la capilla mayor se cubre con un tejado a cuatro aguas.
En una de las fachadas laterales aparece un pequeño vano, enmarcado por una moldura adintelada de cantería roja y vidrieras modernas. Junto a él, un arco de medio punto ligeramente rehundido da cabida a una cruz de madera. Se trata de una antigua puerta de acceso, hoy tapiada y cuyo arco de cantería aún pervive en el interior del templo. La cabecera de la iglesia es plana y a ella se une la sacristía, de fábrica reciente, mala calidad constructiva y que desvirtúa la morfología original del edificio.
El amplio interior posee unas dimensiones de 26 m. de largo, a los que se suman 9 m. del presbiterio; contando con una anchura de 8,50 m. A los pies de la nave existe un coro o tribuna alta, que ocupa todo su ancho y a la que se asciende por una escalera de caracol. Se apea sobre ménsulas de madera y en una columna de piedra con zapata lígnea. En un lateral de la tribuna aparece una pequeña escalera que conduce al campanario.
La armadura de par y nudillo que cubre la nave cuenta con un refuerzo de cinco tirantes dobles, decorados con aspas, crucetas, rombos y estrellas, descansando en ménsulas pareadas. El arco toral que la separa del presbiterio está construido con el mismo tipo de bloque de cantería roja y se apoya en medias columnas rematadas por finos baquetones de reminiscencias góticas. El artesonado del presbiterio se caracteriza por su estructura octogonal, con ocho faldones de par y nudillo. Su almizate se encuentra ricamente decorado con motivos geométricos entrelazados. El retablo principal ocupa la pared del fondo, con sendas puertas que conducen al almacén y la sacristía, respectivamente.
Junto a los muros laterales de la nave se hallan unos apoyos que sirven de asiento a los feligreses, elemento éste típico de las ermitas de romería.
La Iglesia de San Benito Abad y los bienes muebles vinculados a la misma son declarados Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, el 5 de junio de 2007.
Iglesia San Lázaro
Este primitivo templo cuenta con referencias históricas que se remontan a los años iniciales del siglo XVI. Su importancia religiosa y cultural está ligada al contexto espacial, como centro de referencia de una zona esencialmente agrícola en el área de San Lázaro. Los vecinos de San Lázaro fabricaron entre 1505-1510 una rústica ermita al santo en el llamado camino viejo de la Villa.
Pero posteriormente, en 1535, fue trasladada al sitio donde hoy se emplaza. El fundador de esta nueva ermita fue Don Pedro de Vergara, que aparece en las fuentes documentales como repoblador, alcalde mayor y regidor en tiempos del primer Adelantado. Su devoción a San Lázaro se explica por la confesión que hacía en su testamento, de padecer “de la enfermedad que suelen llamar de bubas” (sífilis).
A mediados del siglo XVII se hizo necesaria la construcción de una ermita nueva debido al mal estado de la anterior, la cual fue costeada por un descendiente de Vergara; pero también entonces tuvo una existencia bastante precaria y volvería a ser reedificada en 1861.
En la actualidad podemos afirmar que el edificio entronca con la tipología de arquitectura tradicional canaria. Se trata de un edificio de una sola nave, de planta rectangular y 15 x 15 m, con capilla mayor separada de la nave principal mediante un arco toral rebajado sostenido por pilastras estriadas de madera. La nave cubre con un sencillo artesonado de madera forrado con un cañizo encalado.
Al exterior, la cubierta de teja árabe a dos aguas y una fachada ocupada por una portada de medio punto en piedra con bancos laterales. En el vértice de la fachada se localiza un sencillo campanario pétreo configurado por dos arcos de medio punto dispuestos perpendicularmente. A la traza primitiva se le adosaron en la década de los 80 una capilla de base cuadrada y cubierta a cuatro aguas y un módulo rectangular construido para comunicar la iglesia con una desaparecida escuela de niñas, de manera que en la actualidad ha permitido ampliar el espacio de culto. No obstante, estos añadidos recientes distorsionan la morfología original de la iglesia.
La Iglesia de San Lázaro, su bienes muebles vinculados y su entorno se hallan declarados Bien de Interés Cultural, con la categoría de monumento, desde el 25 de octubre del 2005.
Iglesia San Juan Bautista
La ermita empezó a construirse en 1584 por el Cabildo de Tenerife, en agradecimiento al Santo Patrón, por acabar con las víctimas de la peste bubónica de 1582. El recinto construido incluyó todo el solar dónde se habían enterrado las víctimas de la epidemia. Durante centurias fue el Cabildo quién se ocupó de su dotación y mantenimiento, con épocas de mayor o menor fortuna. En 1862, la iglesia fue cedida a la autoridad militar para que sirviera de hospital con carácter provisional. Ha sido restaurada completamente en 1955.
Con respecto a la Iglesia, se trata de una edificación de una sola nave, cubierta de madera, con capilla mayor. Modernamente se le añadió una capilla lateral del lado del Evangelio.
Desde el punto de vista arquitectónico, lo más notable de la edificación se encuentra en el pórtico de la fachada principal, al que se accede por tres gradas de piedra volcánica. Se trata de un cuerpo de piedra rojiza poco corriente en otras ermitas, de estilo tardo-renacentista, que proporciona nobleza y antigüedad al conjunto. Aparece estructurado por un arco de medio punto flanqueado por dos pilastras lisas con capiteles jónicos, de volutas con un pequeño follaje de hojas de acanto que soportan un entablamento rematado por el alero correspondiente al tejado. Las dos esquinas de la fachada principal se acentúan con las características fajas de piedra labrada. Remata el conjunto una graciosa espadaña de piedra volcánica, situada en el ángulo formado por el frente derecho de la fachada principal y la pared de la Epístola; adopta la forma de un pequeño templete – donde se abren dos arcos de medio punto- rematado por una sencilla moldura sobre la que descansa un elegante perillán.
Las dos paredes laterales son mucho más sencillas. En la fachada correspondiente a la Epístola se reconocen algunos elementos de la fábrica primitiva, a pesar de la restauración realizada en 1955: una antigua puerta enmarcada por arco de medio punto con dovelas muy acentuadas y una pequeña ventana adintelada rodeada por una moldura de cantería roja. Por el contrario, en la pared de la izquierda, del Evangelio, sobresalen los muros de una capilla. La cabecera de la ermita es cuadrangular y lleva adosada la sacristía.
El interior del recinto es amplio y ofrece una estructura completamente diferente a la que se puede apreciar en otras antiguas ermitas. El presbiterio apenas se distingue del resto de la nave debido a la ausencia del típico arco toral que actúa como elemento diferenciador. En consecuencia, la techumbre de la capilla mayor no ofrece esas características estructurales (disposición octogonal) que se aprecia en otras muchas ermitas. El artesonado que recorre sin interrupción la única nave de la iglesia es de par y nudillos, con secciones triangulares de madera reforzando las esquinas. Sus tirantes pareados, sostenidos por dos pares de ménsulas, ofrecen un gran interés por la belleza de los labrados. Sobre la puerta principal se desarrollan dos pequeñas tribunas para el coro, que descansan en pilares octogonales de madera rematados por zapatas y apoyados en basamentos cuadrados de piedra rojiza.
Actualmente el templo carece de retablo mayor, pero no siempre fue así: desde 1609 la imagen de San Juan Bautista se exponía en un retablo de madera que había sido fabricado por el carpintero Salvador López, pero con el tiempo llegó a desaparecer, sin que se sepan exactamente las causas. Los dos únicos retablos que hoy posee la iglesia, fueron realizados en talleres de La Orotava, en el primer tercio de nuestra centuria, siguiendo una temática barroca.
El 8 de mayo de 2000 se declara la Iglesia, sus bienes muebles vinculados, y el cercano Cementerio de San Juan Bautista, Bien de Interés Cultural, con la categoría de monumento.
Iglesia de San Bartolomé de Tejina
El templo empezó como simple ermita, probablemente a finales del siglo XVI, dada la lejanía de la localidad con respecto a la Iglesia de La Concepción de La Laguna. El edificio actual deriva de aquella, pero con numerosas transformaciones.
Iglesia de tres naves separadas por arcos rebajados en cantería sobre pilares toscanos de sección cuadrada, destacando el robusto arco toral de medio punto (realizado entre 1747 y 1759) que separa la nave principal del presbiterio, elevado sobre gradas, al igual que la capilla mayor. Los artesonados que cubren las tres naves son de par y nudillo, sin decoración, salvo en los dobles tirantes con ligera decoración de lacería que refuerzan los muros. Las tres capillas de la cabecera poseen artesonados ochavados con decoración de lacería en el almizate.
El coro, fabricado en 1786-1787, volvió a realizarse en 1906; la capilla bautismal en 1831 y el piso de piedra es de 1889.
Al exterior la fachada principal muestra una cierta asimetría con el cuerpo de la espadaña en cantería separando la nave central de la Epístola, con un doble arco de medio punto para campanas. La portada principal de cantería se eleva sobre una escalinata curva, mientras que en los laterales destaca un óculo, y en el lado opuesto el volumen de la torre, con tres cuerpos, rematado por un agudo chapitel.
Los paramentos exteriores de mampostería presentan resaltes en sillares de cantería traduciendo exteriormente las capillas y las esquinas del templo, abriéndose varias ventanas de medio punto y ventanillos que se distribuyen rítmicamente en los paramentos. En el lado de la Epístola una segunda portada presenta arco de medio punto rematado por un frontón triangular. Las naves poseen cubiertas independientes de teja árabe a dos aguas, mientras que las respectivas capillas muestran tres faldones (las laterales) y cuatro la mayor, a mayor altura.
El 27 de junio de 2006 se declara Bien de Interés
Ermita de San Miguel Arcángel
Junto con otros edificios antiguos circundantes, constituye un testimonio excepcional del ambiente plenamente histórico que antaño ofrecía la plaza gracias a su armonía arquitectónica. Mandada a construir en 1506 por el Adelantado como panteón familiar; fue, además, lugar de las primeras reuniones del Cabildo de la Isla, como se refleja en una placa ubicada en su fachada. Ambas funciones se desestiman con el tiempo, y el desinterés por su mantenimiento será una constante hasta la etapa contemporánea.
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Ermita de Nuestra Señora de Gracia
Se trata de un inmueble de notable valor arquitectónico e importancia histórica, emplazado en un promontorio natural donde, según las fuentes de la Conquista, se estableció el campamento de Alonso Fernández de Lugo durante la segunda entrada a la Isla, en las fechas previas a la batalla de La Laguna. La edificación religiosa se erigiría posteriormente como acción de gracias por el éxito de las armas castellanas.
El templo presenta una planta de tendencia rectangular, aunque el perímetro de la cabecera se encuentra actualmente integrado en edificaciones más recientes que impiden su apreciación. Abierta en la fachada sur, la puerta de acceso aparece enmarcada por un arco de medio punto en cantería muy clasicista, con adornos de baquetones cajeados en las jambas, junto con otras molduras que forman la rosca del arco. La puerta es de madera antigua, con cuarterones tallados, presentando un aspecto típico del barroco tardío y está precedida de un graderío de tres peldaños. En el mismo lienzo de muro aparece una ventana de morfología similar a la mampostería, con cristalera nueva protegida por una celosía de barrotes de hierro, que se traduce en un vano adintelado hacia el interior. Esta fachada lateral esta recorrida longitudinalmente por un poyo de mampostería, acoge una cruz de madera con peana. En los pies de la ermita se observan indicios de una antigua portada de similar tipología, hoy tapiada.
La techumbre de teja árabe, a dos aguas en la nave y a cuatro aguas sobre la capilla, posee una espadaña de cierto desarrollo en su vértice suroccidental, caracterizándose por su base cuadrada, fábrica de cantería y culminada por un cuerpo con cuatro vanos de medio punto que albergan las campanas; rematándose el conjunto con perillones y una pequeña cúpula con veleta.
En el interior, con presbiterio individualizado mediante un robusto arco toral del siglo XVII, en cantería, y por un graderío de un solo escalón, la espaciosa nave rectangular se encuentra cubierta por un artesonado de par y nudillo de tea, con tres tirantes dobles y tres sencillos, que descansan en ménsulas pareadas y simples. La decoración de los primeros es de listones y crucetas de estilo mudéjar. Por encima de las ménsulas, el artesonado está limitado por un tubo sogueado de madera tallada.
El arco toral presenta en su centro una moldura formada por dos anchas acanaladuras, descansando en dos medias columnas adosadas al muro, de orden toscano y en un basamento cuadrangular.
La puerta de la antigua sacristía está constituida por arcos de medio punto de cemento, modernos, mientras que frente a ella una puerta adintelada conduce a la actual sacristía. La cabecera plana acoge un interesante retablo barroco en el que destacan la imagen flamenca de Nuestra Señora de Gracia, el Arcángel San Gabriel y Santa Catalina.
Adosada a la pared meridional se localiza el edificio de la sacristía, articulado en dos plantas y levantado en la década de los 30 del pasado siglo. Englobando a la ermita, los grandes volúmenes del convento de las oblatas desbordan el cuerpo del templo por su fachada norte, mientras que, hacia el sur, otra de las alas dificulta la percepción nítida de este. En el extremo oeste se extiende la antigua plaza de la ermita.
Rodeando el conjunto existe una tapia almenada, en cuyo exterior se registran vestigios del antiguo camino empedrado que discurre paralelo a la carretera actual.
El inmueble, con inclusión de los Bienes Muebles vinculados y su entorno, se ha declarado Bien de Interés Cultural, con la categoría de monumento, el 9 de mayo de 2006.
Ermita de San Diego
Fundada a partir del testamento de Juan de Ayala Dávila y Zúñiga de 1615, que dejo todos sus bienes para que se erigiese un convento de recoletos descalzos de la orden franciscana. Dicha disposición testamentaria fue pleiteada durante años por los familiares de Ayala, y por los dominicos de Candelaria, hasta que una bula papal de 1677 determino la titularidad en los citados franciscanos. Entretanto se levantaba un complejo conventual, del que formara parte esta ermita, y cuya fábrica inicial se remonta a 1648 (según consta en una lápida histórica).
En 1821 se suprimieron los conventos, el recinto se hallaba deteriorado y fue subastado. En 1839, convento, tierras e iglesia pasaron a manos privadas.
La ermita es de una sola nave, que tiene unos 21 m. de largo por 9 m. de ancho, con piso de loseta cerámica antigua y techo artesonado de teja árabe a cuatro aguas. Exteriormente presenta disposición de única nave adosada por el lado del Evangelio al antiguo convento, tal y como es habitual en las construcciones isleñas. La fachada principal es de composición muy sencilla con esquineras de piedra a ambos lados y rematada en la pared del Evangelio con una espadaña de piedra de tres vanos (la espadaña es de dos alturas; con dos huecos en la parte inferior y uno más pequeño en el superior), con campanas en los vanos inferiores. Presenta además una ventana adintelada enmarcada en cantería (con piedra similar a la de las esquineras y espadaña) en la zona correspondiente al coro. Un arco de medio punto realizado en cantería, enmarca la puerta principal de acceso al templo. A los lados de la puerta principal se desarrollan dos bancos en piedra a manera de poyos.
La fachada lateral, correspondiente con el lado de la Epístola, cuenta con dos ventanas con arco de medio punto de cantería gris. También existe un arco de medio punto en piedra gris, que sirvió de acceso lateral de la ermita y que quizás se corresponda con una de las puertas que se menciona en la documentación de finales del siglo XVII.
En el interior existe un coro alto que ocupa todo el ancho de la nave, cuyo acceso arranca con una escalera de gran inclinación. La subida al coro está protegida por una barandilla, también de madera, con sencillos balaustres torneados como motivo ornamental.
Un poyo recorre el lado de la Epístola hasta la zona del presbiterio. Su fábrica es de la segunda mitad del siglo XIX. El asiento es de losas de barro, similar a la del pavimento. Se trata de un elemento muy característico en las ermitas canarias, tanto dentro como fuera de ellas.
El 24 de marzo de 2003 se incoa expediente de declaración de Bien de Interés Cultural, con la categoría de monumento, a la Ermita de San Diego.
Ermita de San Juan Bautista
De reducidas dimensiones, forma cuadrangular, muy baja, y con techo de madera; la imagen titular es de talla y de la época de su fundación.
Ermita de Gran Poder de Dios de Bajamar
La Ermita de Gran Poder de Dios se localiza de camino a la orilla del mar, dentro de la propia localidad de Bajamar. Es moderna, construida en 1881 por don José Domínguez Romero y su esposa. Sirve de filial de la iglesia parroquial de Punta de Hidalgo, desde 1960. El 31 de octubre de 1985, se incoa expediente de declaración de monumento histórico-artístico a favor de ambos inmuebles.
Casa de los Capitanes Generales
Se trata de un inmueble excepcional del que se desprende la categoría social de sus antiguos moradores, y al que las reformas y ampliaciones contemporáneas no han desmerecido, convirtiéndolo en uno de los exponentes más claros de la arquitectura doméstica de la primera mitad del siglo XVII.
La casa, también conocida como de los Alvarado-Bracamonte, se erige por el Gobernador, Corregidor y Capitán de Guerra de las Islas de la Palma y Tenerife, Diego de Alvarado-Bracamonte, que se instala y reside en San Cristóbal de La Laguna entre 1624 y 1635. Su linaje, reforzado por la solvencia económica y el poder político, se irá encumbrando hasta tener títulos nobiliarios como Marqueses de la Breña y de la Mejorada del Campo.
También se conoce el inmueble como Casa de Los Capitanes Generales por haber residido, entre 1705 y 1723, seis Capitanes Generales de Canarias. Ello lo dotará de una fuerte carga histórica e institucional, que ha permanecido hasta la actualidad, pues allí se ubica la máxima representación local del municipio.
Desde el punto de vista constructivo, el exterior del edificio se caracteriza por el trabajo de albañilería sobre cantería. La piedra, de toba volcánica roja, y probablemente procedente de la cantera del Obispo de La Laguna, se utiliza en determinadas partes del edificio. Ello dará distinción arquitectónica, sobre todo por su colocación en la fachada, siendo lo más distintivo su portada de piedra y las esquineras del inmueble. La distribución irregular de los huecos es un indicador de su construcción en el seiscientos. El amplio alero de teja y el esgrafiado de tradición hispano-musulmana subrayan la distinción del inmueble.
En cuanto a su interior, el espacio se distribuye a un amplio patio, al que se accede por el zaguán; y entorno al cual se distribuyen las dependencias de la planta baja y alta. Además de proporcionar luz, ventilación e intimidad, distribuía las estancias propias de la vivienda del siglo XVII: habitaciones, caballerizas, bodegas, depósitos, cocheras, etc. Actualmente restauradas, con especial dedicación en la recuperación de las carpinterías, se destinan a usos municipales.
La Casa de los Capitanes Generales se declara Bien de Interés Cultural, con la categoría de monumento de interés local, el 11 de noviembre de 1981
Palacio de Nava
Edificado dentro del Conjunto Histórico de San Cristóbal de La Laguna, el Palacio de Nava se sitúa en la esquina noroeste de la Plaza del Adelantado, ofreciendo dos fachadas: la principal, a la propia plaza y a la calle de Nava , antes calle del Agua, y una lateral a la calle Deán Palahi, al sur.
El primer edificio se levanta en un antiguo solar que fue, a partir de 1500, de Jorge Grimón, conquistador de Tenerife. La construcción de inmueble comienza en 1585; y sufrirá modificaciones a mediados del XVII. En 1776, Tomás Nava y Grimón y Porlier, lo reforma completamente, recubriéndolo totalmente de piedra y dándole el aspecto que hoy tiene. La Casa o Palacio de Nava es un acreditado ejemplo de arquitectura culta en las islas, si bien la fachada no observa los preceptos de un estilo determinado al ser ésta producto de sucesivas adiciones.
El inmueble cuenta con planta rectangular, dos patios interiores y una huerta trasera. La configuración de la huerta y del patio más próximo a ella se ha visto alterada por añadidos modernos.
La fachada principal, enteramente cubierta de cantería y con fajas de almohadillado en ambas esquinas, es de dos plantas. Remata en parapeto un abalaustrado con coronamiento central que oculta la tradicional cubierta de teja árabe. Ofrece cinco vanos en cada planta alineados simétricamente; la ubicación de la portada es axial.
En la planta baja, la puerta de entrada, adintelada y con el escudo de los Grimón tallado en piedra sobre el friso, está flanqueada por columnas pareadas, corintias, sobre plinto con decoración romboidal. En la primera planta destacan los balcones, de rejería, con la base de piedra apeando sobre canes en forma de S tendida; el exterior de las ventanas se decora con pilastras toscanas molduradas y frontón triangular (las puertaventanas fueron reformadas para adaptarlas al gusto neoclásico. El vano central, en correspondencia simétrica, respeta la anchura del de la planta baja. Repite, asimismo, las columnas pareadas de orden corintio sobre plinto; remata en un frontón semicircular partido que enlaza con la cornisa. Sobresaliendo ésta, destacan dos gárgolas pétreas, zoomorfas. El coronamiento del frontispicio es enteramente barroco y recuerda a los áticos con que se remataban los retablos. En el centro figura el escudo de los marqueses de Villanueva del Prado; a los lados, columnas salomónicas pareadas, y cornisa retranqueada en la parte superior, con remates en forma de pagoda y roleos en el ápice. En los laterales, enlazando esta cornisa con el parapeto, dos aletas con idéntica decoración de roleos y remates. En la fachada lateral el paramento es liso, con alero de tres hileras de teja.
En el interior destaca el patio principal, al que se accede franqueando el zaguán y una verja de hiero. La galería alta es cerrada, de fábrica y con ventanas hacia el patio. Del corredor bajo, abierto con losa chasnera, destacan las columnas que soportan la galería. Talladas en piedra basáltica, presentan plintos decorados por su cuatro caras; fustes acanalados en su primer tercio y con estrías helicoidales, a partir de un collarín, en los dos tercios siguientes, y capiteles corintios apoyando en zapatas de madera.
En la crujía posterior del patio, dos arcos de medio punto comunican con el segundo patio, y con la planta alta. Una escalera de mármol abalaustrada, de tres tramos con dos descansillos, conduce a la planta alta. El volumen y la pesadez de su estructura obliga a apear el rellano superior con una columna toscana. Sobre esta escalera hallamos un artesonado ochavado, con el escudo familiar en el almizate, talla profusa en los faldones y policromado. Combina la destreza mudéjar en la talla con la influencia portuguesa (cromatismo), considerada por algunos autores como el mejor exponente de cubierta portuguesa en Canarias.
El Palacio de Nava es Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, desde el 6 de septiembre de 2000.
Palacio Lercaro
La familia Lercaro representa a la más alta élite social de Canarias en el siglo XVI. Inscritos en el Libro de Oro de la República de Génova, se instalan en La Laguna como consecuencia de su actividad comercial por el atlántico. Su poder económico y social se vio fortalecido por la política de alianzas matrimoniales, vinculándose a las principales casas de nobleza isleña.
Tal es el caso de Francisco Lercaro de León a quién, casado con Catalina Justiniani y Justiniani, se le debe la construcción del palacio a partir de 1593. Este se levantará sobre el solar inicialmente ocupado por la casa del escribano público Gaspar Justiniano
El inmueble fue vivienda familiar, pero en épocas más contemporáneas tuvo otros usos: albergue militar, aula universitaria, colegio de primera enseñanza, y zapatería, carpintería y fragua. Desde 1993, tras un proceso restaurador, se convierte en museo; siendo actualmente Museo de Antropología e Historia de Tenerife.
En el edificio destaca la fachada de mampostería con cuerpo central de cantería y alero de teja. La portada tiene una pequeña cornisa sobresaliente, sostenida por pequeñas ménsulas, con decoración de aros entre éstas, y el escudo de los Lercaro en su centro. De los extremos de la cornisa arranca un frontón partido que termina en dos elegantes volutas, muy propio de los tratadistas de la arquitectura de Serlio y Vignola. La parte alta prolonga el almohadillado característico que delimita la portada, rematándose el conjunto mediante un frontón abierto y curvilíneo con flameros, que remata en dos roleos enroscados en espiral. Todo ello culmina en una decoración con pináculos en forma de jarrón. Destaca el esgrafiado característico de los palacios genoveses, descubierto durante los trabajos de rehabilitación del edificio. La portada descrita recuerda que Tenerife no fue ajeno al proceso de recepción de la arquitectura clásica difundida desde Italia al resto de Europa, a partir de los tratados de Vitrubio, Serlio y Sagredo.
El lenguaje tardorenacentista-manierista de la portada tiene su prolongación, en primer lugar, en las jambas y dinteles de la puerta del zaguán. En ella se representan unos frescos, aplicados al temple sobre una finísima preparación de yeso que cubre la piedra y que actúa como base, con motivos decorativos muy sencillos, consistentes en arquitecturas fingidas, en las jambas, y guirnaldas en los dinteles.
Atravesando el zaguán, a la izquierda se halla la escalera principal, construida con la misma piedra con la que se edificó el pórtico y las pilastras del patio. Tiene como soporte una bóveda y un arco de medio punto, rematada en su parte superior con una sugestiva solución italianizante de doble arcada de madera. Traspasada la puerta principal se accede al patio central. De las siete columnas que lo rodean, alternan unas en piedra con otras de madera. Destacan, en los antepechos del corredor de la planta alta, unos paneles de madera labrados con motivos vegetales. Igualmente llamativos son los elementos decorativos de las galerías superiores del patio central.
El Palacio de Lercaro es Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, desde el 29 de abril de 2008.
Palacio Salazar
Dentro del panorama de la arquitectura civil de las islas, constituye un inmueble excepcional. Las primeras referencias sobre su construcción se remontan a 1629, con la intervención de canteros y carpinteros. Pero será a mediados del XVII, por el Maestre de Campo Cristóbal Lázaro Salazar de Frías, primer Conde del Valle de Salazar, cuando se erija el inmueble que conocemos; concluyéndose con el encargo de la fábrica de la noble fachada en 1681.
La casa, armera y de construcción tradicional canaria, sirvió de residencia del Capitán General de Canarias Valhermoso en 1723. Y en 1858 fue ocupada por el casino “El Porvenir”. Posteriormente, fue adquirida por el obispo don Ramón Torrijos y Gómez (1888-1894), como residencia episcopal; uso que aún se mantiene. El 23 de enero de 2006 sufrió un incendio fortuito, que ha supuesto la reciente reconstrucción del inmueble para la Diócesis Nivariense.
La fachada tiene dos pisos de buena altura, portada central y cuatro grandes ventanas protegidas por rejas de hierro salientes. Las ventanas del cuerpo superior están flanqueadas por columnas corintias, con frontón triangular; la ventana central, de columnas pareadas, termina en un frontón de esquinas redondeadas, que soporta un ático de piedra labrada con motivos ornamentales, y en medio el escudo de mármol blanco de Carrara de la Casa Salazar con su corona condal. En las esquinas se levantan dos torrecillas cuadrangulares, más altas que el ático, con balcones y copetes de piedra. En general, tiene muchos paralelos ornamentales con otro ejemplar del barroco isleño, el Palacio de Nava sito en la Plaza del Adelantado.
La puerta de entrada, con una verja moderna de hierro que lleva las armas del Obispo Torrijos, conduce al patio interior. En este se encuentran columnas a los dos lados, sobre plintos adornados con el tema de rombos. La escalera de piedra de tres cuerpos, construida sobre una bóveda y cubierta con un artesonado ochavado, se halla frente a la entrada. Conduce a las dependencias reservadas del Obispado, su capilla y unos salones de interesantes artesonados.
El 21 de octubre de 1982 se acordaba la incoación del expediente de declaración de monumento histórico-artístico a favor del Palacio de Salazar.
Casa de Carta
Ubicada en Valle de Guerra, la Casa de Carta está considerada ejemplo significativo de la vivienda canaria del siglo XVIII. Si bien inicialmente perteneció a la hacienda de la familia Guerra, en 1726 es adquirida por el capitán Matías Rodríguez Carta, de la que toma su nombre. En 1976 pasa a ser propiedad del Cabildo de Tenerife, y el 24 de enero de 1987 se abre al uso como museo etnográfico.
Casa del Beato Padre Anchieta
En el siglo XVI el primer propietario de la casa original fue el Teniente y Bachiller Nuño Núñez, primer marido de Mencía Díaz de Clavijo. Está se casó en segundas nupcias con Juan de Anchieta, escribano público y jurado de Tenerife. Estos serán los progenitores del universal Padre José de de Anchieta, que le da nombre al inmueble.
Si bien la historia ha confirmado que no se trata de la casa natal del jesuita y misionero que marchó a Brasil a ejercer su labor evangelizadora, consta que en ella vivió sus primeros 14 años de vida. Descendientes de los Anchieta heredarán por mayorazgo el inmueble, y emparentan con la familia Castilla a finales del XVII. Fue además la vivienda del poeta Manuel Verdugo (1877-1958); en 1962 fue ocupada por el Colegio Mayor Femenino “Virgen de Candelaria”; y hasta 1987 sede de la Escuela de Actores de Canarias.
La Casa de Anchieta responde a la tipología tradicional de distribución de volúmenes a dos alturas, con cubiertas de teja y organizados en torno a un patio central, con escalera lateral en el segundo cuerpo. La casa se asienta sobre una parcela de forma trapezoidal y posee tres fachadas: la principal con frente a la Plaza del Adelantado, donde se sitúa el acceso a la vivienda y sus dependencias más importantes; la fachada lateral con frente a la calle Las Quinteras y la trasera, con frente a una pequeña plaza de nueva creación y que fue antigua huerta de la casa.
El inmueble que conocemos es resultado de una profunda restauración municipal llevada a cabo en los primeros años de este milenio. Su fachada, de estilo neoclásico, se debe a la reforma realizada en 1905, con planos del arquitecto Mariano Estanga; y que sustituyó la asimetría de los huecos del inmueble original, que -por otra parte- todavía se vislumbra en la fachada lateral que se ve desde la calle Quinteras.
Su interior fue adaptándose en el siglo XIX y XX a los usos del edificio. Pero actualmente son reconocibles la antigüedad de algunos elementos de los siglos XVI y XVII como: muros de carga, cubiertas, techumbres en par y nudillo, patio, y bodega en semisótano.
El 14 de marzo de 1986 se declaraba Monumento histórico-artístico de interés para la Comunidad Autónoma la Casa del Beato Padre Anchieta.
Casa Borges- Estévanez
Como Sitio Histórico, la casa tiene interés desde el punto de vista histórico y arquitectónico. Fue construida entre 1733 y 1735 por un miembro de la familia Meade, linaje de ascendencia irlandesa, uno de cuyos integrantes fue José Murphy y Meade (político que logró la capitalidad de Santa Cruz para el Archipiélago).
Sus sobrinos, Nicolás y Patricio Estévanez Murphy, fueron residentes habituales del inmueble, y serán figuras importantes de la cultura y política local y nacional a finales del XIX y principios del XX. En el primero se asentarán las bases del nacionalismo canario; el segundo destacará como periodista. Yerno de este, Francisco Borges Salas, fue un pintor y escultor reputado, que también residió en la casona. A sus herederos se les compra la finca en el 2007. El Cabildo de Tenerife se ocupa de su restauración, a la que se le dará un uso cultural.
Sus dependencias han servido de alojamiento familiar, y para otros personajes históricos como Berthelot, O`Donnell, Blasco Ibáñez o Coquet. Igualmente, en ella se han convocado tertulias políticas, con Valentín Sanz, Agustín Guimera, Gil-Roldán, Teobaldo Power y Alfonso Dugour.
Se trata de una casona rural y una hacienda acomodada, ubicada en el pago de Santa María de Gracia, y que cuenta con unos 500 metros cuadrados construidos, y 12.000 metros cuadrados de finca. El inmueble dispone de una planta en forma de “U”, con la crujía norte más desarrollada, y con un patio empedrado abierto hacia el sur. La planta superior cuenta con galerías cerradas, con pequeñas ventanas acristaladas. La fachada este cuenta con un balcón cerrado en planta alta. Como elemento destacado, un gran aljibe abovedado con brocal cuadrado.
La finca se completa con una serie de dependencias anejas, algunas de escaso valor patrimonial, entre las que se incluyen las antiguas cuadras o el estudio del artista Borges Salas.
El 6 de mayo de 2010 se incoa expediente de declaración de Bien de Interés Cultural, con categoría de Sitio Histórico, a favor de la Casa Borges-Estévanez de La Laguna.
Hospital e Iglesia de Nuestra Señora de Los Dolores
El Hospital fue fundado con bula del Papa León X, a solicitud de Martín Jerez y su esposa en el año 1515, con la condición de que le fueran agregados dos hospitales ya existentes en La Laguna, el de la Antigua y el de San Sebastián. Inicia su construcción en un solar contiguo a su vivienda, y será objeto de ampliaciones por largo tiempo. A finales del XVII, tanto el hospital como su iglesia fueron reedificados y reorganizados de manos de don Bernardo Fau, un mercader de origen francés instalado en La Laguna, y que fue prior de la institución, por elección de los vecinos, hasta su muerte.
Después de ello pasó por la gestión de personas desinteresadas, hasta caer en decadencia en el siglo XIX. Primero la Diputación Provincial, y más tarde, el Cabildo de Tenerife se hicieron cargo de su administración. Fue regentado por las Hermanas de San Vicente Paúl durante años, como centro de acogida para la tercera edad. Actualmente, tras un proceso de rehabilitación, se ha convertido en biblioteca pública municipal.
Este edificio se compone de dos partes, el hospital propiamente dicho, y la iglesia, que es de una sola nave con techumbre de madera. Lo más interesante a nivel artístico es la portada que da a la calle San Agustín: delimitada por columnillas pareadas sobre originales plintos tallados, a base de motivos geométricos – que según expertos indican una influencia americana- y en la parte superior, por un frontón partido rematado por una cruz. Esta portada es obra del alarife del siglo XVII Juan González Agalé.
En cuanto al hospital es un edificio de dos plantas, que se manifiesta al exterior por una puerta de cantería, de líneas sencillas, y que durante años dio entrada a la Casa de Socorro municipal. El interior sigue la estructura de los antiguos conventos canarios: patio cuadrado, a manera de claustro, rodeado de galería baja abierta que soporta la galería alta. Actualmente dicho espacio se encuentra adaptado al nuevo uso como biblioteca.
El 12 de febrero de 1985 se incoa expediente para la declaración de monumento histórico-artístico a favor del Hospital e Iglesia de Nuestra Señora de los Dolores de La Laguna.
Cementerio de San Juan
El cementerio se planea en la ciudad por requerimiento legal, que obligaba a creación en todas las poblaciones del reino. Inicialmente se pensó en un llano cercano a la ermita, pero el desnivel del terreno y consideraciones sanitarias desaconsejaron esa ubicación. Se compra un solar adecuado, más distante, y se empezaron los trabajos de habilitación. El 4 de julio de 1814 se consagra e inaugura.
El cementerio es un amplio recinto de planta rectangular dividida por un eje octogonal que la distribuye, a su vez, en otras dos superficies rectangulares. Por la entrada principal se extiende una vía longitudinal bordeada de cipreses que conduce a la Capilla. En consecuencia ésta se encuentra situada prácticamente en el centro del cementerio, separando la parte más antigua – que se inauguró en 1814-, del solar que se adquirió en 1903 para ampliar el recinto. En las dos áreas que se extienden por delante de la capilla, bordeando el camino que conduce hacia las mismas, se levantan hermosas sepulturas de cantería y mármol de la época romántica. En el ángulo izquierdo de la cabecera del cementerio se levanta el interesante panteón familiar de los Bretillard; el derecho está ocupado por un pequeño compartimento destinado a los no católicos. El recinto está totalmente cercado por un cerramiento de mampostería pero, como es característico, en uno de sus frentes se abre la entrada principal, flanqueada por dos robustas pilastras de piedra labrada.
En 1903 el primitivo solar fue ampliado con la adquisición de un nuevo terreno que tenía, prácticamente, las mismas dimensiones que el anterior. Durante la Segunda República, de acuerdo con las disposiciones vigentes, el pequeño cementerio no-católico fue incorporado al resto del recinto tras el derribo del correspondiente muro de separación.
La capilla del cementerio se construye con inspiración neoclásica, remitiéndonos a una etapa marcadamente historicista, de gran arraigo en el Archipiélago. Se concibe como un pequeño templo griego, pero la gran sencillez decorativa y los elementos arquitectónicos empleados expresan un lenguaje fuertemente condicionado por el estilo neoclásico.
Al tiempo que el 8 de mayo de 2000 se declara la Iglesia de San Juan Bautista como Bien de Interés Cultural, con la categoría de monumento; también recibe la misma protección el citado cementerio.
El Polvorín de Taco
El inmueble está constituido por el edificio del propio almacén de pólvoras y la construcción destinada a cuerpo de guardia. Los polvorines suponen una tipología arquitectónica en íntima relación con la defensa del país, debiendo tenerse en cuenta para su construcción una serie de condiciones especiales encaminadas a mitigar el efecto de las explosiones, erradicar la humedad, mantener la temperatura constante, evitar la acción de los rayos sobre el edificio y excluir la posibilidad de fuego. Su construcción se encomendaba al Cuerpo de Ingenieros del ejército y la mejora de los proyectos fue concretándose a partir de la segunda mitad del siglo XIX.
El Polvorín de Taco corresponde a la categoría de almacén de depósito, es decir, los que debían tener más capacidad y es el segundo construido en la Isla de Tenerife, para recibir la nueva dotación de pólvoras a la plaza. El primero de ellos fue el conocido con el nombre de El Confitero, en la carretera de La Cuesta-Taco, que al estar actualmente demolido, convierte el Polvorín de Taco en el único almacén de pólvora del siglo XIX, constituyendo un ejemplo del polvorín-tipo de esta época.
El conjunto está constituido por el almacén de pólvora, con planta rectangular y dividido en dos semialmacenes por un muro de traviesa y encerrado o aislado por otro de cerca de 2,40 m. de longitud. La disposición de los huecos de ventilación, la construcción del suelo de hormigón hidraúlico, las garitas, las cubiertas con dos capas de loseta hidraúlica, la disposición de los canalones para la recogida de aguas, las atarjeas y el aljibe, los cuatro pararrayos en el exterior del edificio, la disposición del edificio del Cuerpo de Guardia, etc., todo está proyectado para afianzar la seguridad y protección del lugar.
El Polvorín de Taco tiene un indudable valor arquitectónico por la singularidad de las condiciones a que han de atenerse estas construcciones, así como histórico, al estar íntimamente relacionado con las estructuras y organización defensiva del archipiélago.
El inmueble y su entorno es Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, desde el 29 de abril de 2010.
La Barranquera
Zona arqueológica localizada sobre un acantilado costero, extendiéndose desde el nivel del mar hasta una cota que oscila entre los 25-70 m., al oeste del núcleo habitacional de La Barranquera, entre el Barranco del Tanque y el Barranco de Chamorro, en la Costa de Valle de Guerra. Se trata de una zona acantilada, pero con zonas de playa, y que acoge una importante población durante períodos vacacionales; lo que incrementa la acción antrópica sobre ésta área de interés arqueológico.
Los principales testimonios arqueológicos documentados en la zona son un conjunto de cuevas sepulcrales abiertas en las abruptas márgenes del Barranco del Horno, que conservan vestigios óseos, malacológicos (de moluscos) y cerámicos en superficie; así como algo de relleno estratigráfico en algunas de ellas. Hacia la desembocadura, en la Playa del Roquillo, existen referencias de estructuras de superficie y restos de cabañas con material asociado.
A unos 100 m. hacia el sur, y sobre la misma Playa del Roquillo, existe un conjunto de cuevas habitacionales. Se registran algo más de una decena de cuevas naturales, algunas de ellas de dimensiones considerables, con abundancia de vestigios materiales en superficie y signos de reutilización hasta fechas muy recientes. En sus proximidades, y en dirección sur, aparece alguna cueva de habitación y de naturaleza funeraria.
Frente a El Roquillo, en un tramo acantilado menos pendiente, se perciben indicios de asentamiento de superficie. La Carta Arqueológica del Municipio habla de unas 40 cabañas, cercanas a la playa. En la actualidad es posible percibir restos de algunas de estas estructuras, así como material lítico y cerámico.
Hacia el oeste, en la Punta del Jurado, diversos yacimientos como cuevas de habitación (actualmente con cerramientos), un conchero y un taller lítico y cerámico de superficie.
Hacia el sur, el complejo de cuevas de El Calabazo, en la parte superior del acantilado. Lo integran un conjunto de 7 cuevas de habitación y 2 cuevas sepulcrales, cuyos materiales ya fueron extraídos. La principal cueva de habitación, de 25,6 x 20 x 4 m. se encuentra protegida por los vestigios de un antiguo muro de cerramiento, y fue excavada en los años 70 y 80.
Desde este punto hasta el Barranco de Chamorro, aparecen dos grupos de cuevas de habitación, de cierta dimensión y alguna de las cuales conserva un importante relleno estratigráfico.
El 24 de noviembre de 2004 se declara Bien de Interés Cultural, con categoría de Zona Arqueológica a La Barranquera, en Valle de Guerra.
Barranco de Agua de Dios
Barranco de Milán Zona Arqueológica.
La zona arqueológica se inicia en el nacimiento del barranco, en el término municipal de Tegueste, pero se prolonga hasta Tejina, dónde se denomina Barranco de Milán. Es un cauce amplio, algo encajado y más vertical en su margen izquierdo. Desde el punto de vista arqueológico, constituye una zona de asentamiento guanche permanente, como se testimonia en el amplio número de oquedades. Según la Carta Arqueológica de ambos municipios, se cuantifican unas treinta cuevas naturales de habitación y funerarias. Todas se caracterizan por su reutilización hasta la actualidad, las evidencias arqueológicas en superficie, el relleno estratigráfico y la dificultad de acceso. En algunos tramos por la presión humana, los yacimientos documentados han sufrido los efectos del expolio sistemático, por la cercanía de un núcleo de población, como en el enclave de Tejina.
El 14 de noviembre de 2006 se declara Bien de Interés Cultural, con la categoría de Zona Arqueológica “El Barranco de Agua de Dios”, situado en los términos municipales de Tegueste y San Cristóbal de La Laguna, delimitando su entorno de protección.
Los Corazones de Tejina
Según referencias históricas, la fiesta se remonta a la segunda mitad del siglo XIX. Simultaneó con la Librea y la octava del Corpus, con sus ramajes, arcos y motivos florales, el día de su patrono, San Bartolomé, el 24 de agosto, a pesar de las prohibiciones eclesiásticas de fundir ambos cultos. En la segunda mitad de siglo, desaparece definitivamente la Librea local, y se impone como manifestación festiva a través de sus corazones frutales, su símbolo más característico.
Alcanza gran arraigo en tres núcleos de población: Calle Arriba, Calle Abajo y Bajamar. Y esta simultaneidad viene dada por una profunda tradición legitimada por el paso del tiempo, que es la de enramar un arco con frutas para homenajear al Santo Patrón y a otros el día de su onomástica.
Los corazones están diseñados sobre una estructura de hierro y madera revestida de cañas o ramas de haya. La estructura completa recibe el nombre de corazón, si bien consta de dos corazones menores o “coronas”. Se presentan orlados con guarnición de fruta y divididos en cuatro. En el interior, cosidas, se disponen tortas de pan decoradas con distintos motivos, y en la parte superior, rematando el conjunto, se coloca un ramo de flores.
Son portados a hombros por los varones del barrio. El cortejo lo abren seis niños y lo cierra la parranda. Al llegar a la plaza de San Bartolomé se procede al izado de los corazones. Cada corazón tiene, desde antiguo, su sitio asignado en la plaza. Al encarar la plaza, y una vez en ella, asistimos al momento culminante de la escenificación: “cada barrio reafirma su espacio ritual en la plaza y el pique estalla violentamente”
Los corazones permanecen colgados durante todo el domingo y parte del lunes. La tarde del lunes, un joven trepa por la estructura y tira la fruta y unos vales –canjeables por las tortas- a una multitud de jóvenes que se hallan pendientes de obtener el trofeo: la torta de pan. Se descuelgan la mañana del martes. Tras la actuación de las parrandas se procede a la entrega de premios.
La fiesta culmina con la quema del Haragán: muñeco de trapo, emblema del vago, el perezoso, que poco puede aportar en un pueblo de tradición campesina, dónde “todo es laboriosidad y trabajo”
La simbología del corazón se ha interpretado como la profundidad y el apego del campesino por su tierra.
La Fiesta de los Corazones de Tejina se declara Bien de Interés Cultural, con categoría de ámbito local, el 12 de mayo de 2003.
La librea de Valle de Guerra
Fiesta que se celebra el primer sábado de octubre en honor de la Virgen del Rosario; conmemora la victoria de la Liga Santa sobre los turcos en la Batalla de Lepanto (1571), y la vuelta jubilosa de los canarios que combatieron en ella al mando del capitán Francisco Díaz Pimienta.
La tradición parece remontarse más de 400 años según las fuentes documentales históricas; aunque en 1720, con la erección de la ermita en Valle de Guerra, se celebró por primera vez con la festividad de la Virgen del Rosario, patrona del pueblo.
El acto principal de los festejos es una escenificación alegórica de la batalla. Los barcos –turco y cristiano- intervienen de forma destacada en la representación; varios actores del pueblo encarnar a los protagonistas de la lid: Juan de Austria y Alí Bajá (últimamente se han sumado al elenco los personajes de Felipe II y Miguel de Cervantes). Las naves libran una batalla que se decantará por el bando de D. Juan de Austria coincidiendo con la aparición de la Virgen. El acto concluye con la muerte de Alí Bajá, quién antes de morir reconoce la superioridad del Dios cristiano, y con la conversión de la soldadesca turca.
La Librea, alusiva en principio a los milicianos y al desfile previo al combate (refiriéndose a los que llevan uniforme militar), se ha asimilado a la totalidad de la batalla “de modo que lo que se conoce por Librea es la representación simbólica y ritualizada de la Batalla de Lepanto”
El 24 de mayo de 2007 se declara Bien de Interés Cultural, de ámbito local, “La Librea de Valle de Guerra”.
Casa Ossuna
El solar comenzará a edificarse en la segunda mitad del siglo XVII por el capitán Juan
Manuel Delgado, un inquieto hombre de negocios que vinculará su patrimonio por
medio de un patronato para que no se reparta. Las familias Róo, Montemayor y Ossuna
se sucederán en la titularidad del inmueble; y será Manuel de Ossuna y Benítez de
Lugo (1896-1958) quién herede el legado que hoy se conoce. Erudito de la historia y
coleccionista compulsivo reúne en su casa un conjunto de bienes documentales, bienes
muebles y bienes artísticos, que actualmente se custodian por el Ayuntamiento de La
Laguna.
El inmueble, sito en la calle Juan de Vera, nº 4, se corresponde al tipo de arquitectura
doméstica utilizada como vivienda urbana. De tres plantas, la documentación de la
época las denominaba “casas altas y sobradadas” o “casas-granero”, por el que se
manifiesta al exterior con un balcón corrido en tercera planta. Su fachada es de
paramentos lisos, mampostería enjalbegada, piedras esquineras vistas, huecos regulares y grandes carpinterías. Su interior parte del zaguán y se distribuye a través de un patio central, un patio lateral y un traspatio; originalmente la zona de servicios lo ocupaba la planta baja, y la vivienda familiar la planta alta. Actualmente el inmueble guarda la colección de bienes muebles legados a la Ciudad por Manuel de Ossuna, y se prevé su apertura futura como Casa Museo.
+ información.Datos del inmueble, familia, legado documental
Teatro Leal
El edificio tiene tres plantas hacia su fachada, cuatro al interior. Su exterior se resuelve con eclecticismo y simetría, con elementos modernistas como las máscaras que hacen de ménsulas, los elementos vegetales de balaustres, los capiteles y frisos. Los medallones que representan a Lope de Vega y Calderón de la Barca se aportaron en 1931-32. El interior, espectacular, tiene la particularidad de contar con un suelo, en el patio de butacas, susceptible de levantar de la inclinación a la horizontalidad; lo que permitió la celebración de bailes. Pero son las pinturas murales lo más llamativo: marinas y paisajes costeros, de ambiente romántico, rodean las paredes del patio de butacas; en la cubierta, una escena celestial se combina con otra costumbrista. Todas ellas obras de Manuel López Ruiz. Se completan con los doce paisajes murales de las plateas, obra de Benjamín de Sosa y Lugo; y los ocho lienzos del anfiteatro, que representan las musas de las artes escénicas y la interpretación, obras de Manuel Verdugo Barlett.
El Teatro languidece con el paso de los años, hasta que en 1982 se adquiere por el Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna. A partir de ese momento, se suceden las reparaciones parciales del inmueble, hasta que la redacción de un proyecto integral de rehabilitación del año 2000, y una ampliación del mismo en el año 2005 (se le incorpora un inmueble anexo), culminan con la ejecución de las obras y su reapertura en septiembre de 2008.
Ayuntamiento
Los Salones Nobles se levantaron en 1860-1866, con planos de Manuel de Oraá y Arocha; fueron reformados en 1934, y también en 1963, cuando se termina la cubierta plana de madera, especialmente decorada
Casa del Corregidor
La Casa del Corregidor se acaba en 1545, por el corregidor de la isla de Tenerife Jerónimo Álvarez de Sotomayor. El inmueble debe su nombre al haber servido de residencia de los corregidores durante su período de gobierno. Estos eran el máximo representante de la Corona en la vida del Cabildo; designados por el propio monarca, se reservaban el nombramiento por el tiempo que se estimaba oportuno. Presidía las reuniones del Cabildo y era la máxima autoridad militar, política y judicial.
Actualmente el inmueble forma parte del conjunto de Casas Consistoriales, junto con el edificio principal del Ayuntamiento, la Alhóndiga, el antiguo colegio de las Dominicas y la Casa de los Capitanes Generales.
Profundamente transformada en su interior, de la antigua construcción sólo queda la portada, de cantería roja, siendo el ejemplo más antiguo del arte plateresco de Canarias. Cuenta con una triple heráldica: el escudo del citado Corregidor, el escudo de Tenerife, dado por Juana I de Castilla en 1510, y el escudo imperial central de Carlos V.
Casa de La Alhóndiga
La alhóndiga es el lugar donde se abastecía a los vecinos más pobres, prestándoles trigo cuando no podían comprarlo, o vendiéndoles pan amasado a un precio inferior al mercado en épocas de penurias. Igualmente proporcionaba trigo para simiente a los labradores, tanto para sus propias tierras como para las arrendadas al Cabildo. Albergó los almacenes del Cabildo, sobre todo de los excedentes de las cosechas; pero también tenía las dependencias administrativas y de control de distintas actividades económicas de la Isla.
Ha tenido también otros usos. Fue cárcel durante la Guerra de Secesión (1809), Juzgado de Partido, cuartel militar y posada. En el XX, alojamiento de la Guardia Civil, cuartel de la Compañía de ametralladoras, hospital durante la gripe de 1918, escuela y juzgado.
Construida entre 1705 y 1709, como se indica en la inscripción de la portada, “reinando Felipe V...” Se trata de una fachada reformada al estilo neoclásico, a mediados del XIX, rematada con una gran cornisa de piedra y un frontón triangular sobre el antepecho que oculta la cubierta. El proyecto se le había encargado al arquitecto Manuel de Oraá, con la intención de convertir el edificio en teatro. Actualmente alberga dependencias municipales, y su interior quizás conserve parte de la estructura del edificio original.
Antiguo Colegio de Las Dominicas
En la antigua calle de la Cárcel, hoy calle Consistorio, se hallaba el Colegio de Santa Rosa de Lima. La escuela era femenina y llegó a contar con 500 alumnas, que cursaban sus estudios hasta el bachillerato.
Si bien es un edificio construido en centurias anteriores, la fachada corresponde a una modificación integral llevada a cabo en 1912 por el arquitecto Mariano Estanga, y por encargo del Colegio de las Madres Dominicas. La decoración de la fachada es historicista (neogótico), como se refleja en los arcos conopiales y las lacerías. En un lateral, sobre peana, Santo Domingo de Guzmán, símbolo de la orden dominica.
Actualmente se ubican dependencias municipales; siendo las más destacadas las del Archivo Municipal, el más antiguo y amplio en documentos históricos de Canarias.